sábado, 9 de noviembre de 2013

Nadie sabe nada

Buenos días.

¿Qué es lo que te lleva a dejar tus proyectos en meras ideas? Hoy desde “En busca de la felicidad” trataré de dar mi punto de vista sobre el poder de las ideas, sobre ese entorno que tanto puede llegar a influirnos y de los aspectos verdaderamente importantes a la hora de lanzarnos para hacer nuestros sueños realidad.

Empecemos por el principio. Una idea es cualquier representación mental que se relaciona con algo real. No hay nada más personal que una idea, por tanto no hay nadie con más derecho a hacer su idea en realidad que uno mismo. La idea es el inicio de todo proyecto o creación, y yo diría que el éxito o el fracaso es la línea de meta; por ello, en el caso de que decidiéramos hacer realidad esa idea, previamente deberíamos plantearnos las siguientes preguntas: “¿Cuándo sabré que he tenido éxito?” y “¿cuándo sabré que he fracasado?”. Si nuestro proyecto no tiene unas pautas por las cuáles se pueda evaluar, nunca sabremos si hemos dado en el clavo o si tenemos que volver a intentarlo.

¿Sabéis cual es el videojuego más vendido de la historia? Angry birds. Sí ese juego donde lanzas pájaros desde una especie de tirachinas para derribar construcciones. Pues este juego ha vendido 1200 millones de copias en todo el mundo, pero esto no es lo más importante. Lo importante es que los creadores previamente habían sacado a la luz más de 30 proyectos y ninguno de ellos llego al éxito, y aún así tuvieron el valor de volver a intentarlo.

Yo creo que si llevas a cabo un proyecto y ese proyecto fracasa, la capacidad de decirse a sí mismo: “mira quizás esto no me ha salido bien, pero quiero volver a intentarlo” es vital para crear proyectos verdaderamente extraordinarios. Es muy difícil lograr que tu primera idea, tu primer proyecto te lleve al éxito, pero aún así le doy más valor a la gente que lucha las veces que haga falta para cumplir sus sueños que a aquella que quizás por suerte lo consigue todo a la primera.

La capacidad de crear ideas, de tener en nuestra cabeza proyectos es algo muy cotizado. Porque aunque muchas empresas tengan todo el dinero del mundo jamás tendrán mas imaginación que una persona creativa en una habitación que esta vacía.

Por otro lado, si expresamos esa idea a nuestro entorno más cercano corremos el riesgo de no tener la suficiente personalidad como para afrontar con seguridad las posibles críticas y opiniones. Esto quiere decir que si alguien duda de que nuestra idea se pueda convertir en un proyecto real, ese feedback negativo pone en peligro que nuestra fe en la idea siga intocable.

Y ahora, cuando me acerco al final de la publicación de hoy puede que estéis pensando: ¿Qué tiene que ver el título (Nadie sabe nada) con todo lo dicho del mundo de las ideas? Pues bien, en el siguiente párrafo encontraréis la respuesta.

Nadie sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta. Nadie puede tener límites a la hora de crear, imaginar y soñar, porque son precisamente los sueños de cada persona los que la hacen crecer y convertirse en aquella persona que un día imagino. Nadie sabe si su idea puede funcionar o no sino decide correr todos los riesgos y volver al cabo del tiempo y después de muchas horas de trabajo para decirles a aquellos que no creyeron, que ya lo tiene, que lo ha hecho y que aunque hubiera ido mal nunca se hubiera arrepentido.


Alguien dijo alguna vez que la suerte favorece a los valientes y eso precisamente intento transmitir hoy. Y para despedirme os dejo esta gran frase de Pau García-Milá:

“No se trata de crear algo que nunca nadie haya creado antes, sino de ser conscientes que el lugar del mundo donde el fracaso es más barato es internet, con lo cual habrá mucha gente intentándolo y no se trata de tener una idea que jamás nadie haya tenido sino de conseguir que nos recuerden”

Si os ha gustado la publicación de hoy, no os podéis perder la publicación del próximo martes donde intentaré transmitir lo importante que es saber diferenciarse y elegir caminos diferentes para llegar a una misma meta.

Esto ha sido todo por hoy.


Un saludo, Miquel. 

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