martes, 24 de marzo de 2015

Born to run: Jordi Ripoll Ramirez

NO existen los deportes minoritarios. Eso es solo un invento de los medios de comunicación porque para cada deportista, sea del deporte que sea, su deporte es el más importante y el más increíble del mundo. ¿Como va a ser eso minoritario?  En el día de hoy cuento con Jordi Ripoll, jugador de futbol sala en el juvenil del Valencia FS, el cual nos relatará sus vivencias y su trayectoria en este bonito deporte.


Hola, me llamo Jordi Ripoll y soy del Pinós (Alicante). Tengo 18 años y el deporte que practico es el futbol sala. Actualmente juego en el Valencia FS y a continuación explicaré mi trayectoria y vivencias en este deporte. 
 
Desde bien pequeño mi madre quiso apuntarme a la escuela del pueblo de futbol sala ya que estaba cansada de lavar los pantalones y las camisas del campo de tierra de futbol y aprovechando la apertura de este nuevo deporte en mi pueblo pensó que era la mejor forma de continuar jugando a futbol de una forma diferente: en pabellón, más reducido, con una pista rápida y lisa… Aunque de esto ya hace más de una década, el futbol sala sigue siendo el deporte más valioso que he practicado a día de hoy, y difícilmente lo cambiaría por otro. 

En un principio el objetivo era simplemente pasármelo bien jugando con mis amigos, hacer deporte y divertirme como cualquier otro niño que juega a futbol pero con los años y la experiencia puedo reconocer que significa algo más que un simple deporte, es lo que me motiva todos los días para levantarme con más fuerza que el día anterior y superarme entrenamiento tras entrenamiento, partido tras partido. 

A día de hoy y tras pasar por equipos como el Pinoso Atlethic o Levante UD, soy componente del juvenil de división de honor del Valencia FS. Mi palmarés individual eclipsa (por suerte o por desgracia) al colectivo, y es que ser pichichi en todos los equipos en los que se ha jugado e incluso de prácticamente todos los campeonatos no es tarea fácil pero el subcampeonato provincial y mi convocatoria en la selección valenciana cadete han sido decisivos para que día tras día luche para que en un futuro no muy lejano pueda dejar una pequeña huella en este deporte.

 El futbol sala representa la parte más grande de mi vida sin ninguna duda, ese nerviosismo antes de un partido, las ganas de agradar a la gente que está en la grada y que te apoya en todo momento, el afán de ser mejor que ayer y al mismo tiempo disfrutar haciendo lo que más me gusta es algo que no cambiaría en ningún momento. Además, he de reconocer que las personas que han confiado en mí y que siempre han estado en las buenas y en las malas han sido decisivas para que continúe jugando con la misma ilusión con la que empecé a practicar el futbol sala. Y digo esto porque el año pasado vi peligrar mi continuidad no solo en este deporte, sino en el deporte en general, y es que una lesión muscular y de ligamentos de la rodilla derecha me mantuvo alejado de los terrenos de juego casi un año, y esto para un deportista que necesita su dosis diaria de entrenamiento es la peor de las noticias que puede sucederle. A pesar de ello, y una vez recuperado, el objetivo era claro: olvidar ese año difícil y recuperar la forma entrenando muy duro. 

Como entre otras muchas cosas, este deporte me ha dado muchas alegrías y muchos temas de conversación con amigos, familiares y demás, pero especialmente recuerdo una anécdota que difícilmente olvidaré, y es que el día anterior al debut con el Valencia me levanté a media noche, me hice la mochila de deporte y cuando ya estaba casi en la calle me di cuenta que todavía faltaban más de 6 horas para acudir al pabellón, las ganas de jugar unidas al nerviosismo del debut hicieron que me levantara mucho antes de lo esperado; suerte o no, aquel día hice dos goles que a la postre sirvieron para reírme de aquella curiosa situación.

Este deporte, como ya he dicho muchas veces, es como una montaña rusa, sube y baja y según los resultados y la situación individual en que te encuentres te sitúas arriba o abajo. Es por eso que conviene ser cauto y no ponerse metas muy lejanas por conseguir, vale más ir paso a paso (pensando entrenamiento tras entrenamiento y partido tras partido) consiguiendo objetivos cortos y con el cúmulo de estos hacer una reflexión de si se puede seguir avanzando o ya se ha dado casi el 100%. Personalmente, el objetivo a comienzos de temporada era claro, subir al primer equipo y luchar por un puesto en él, eso sí, sin descuidar el equipo juvenil,  que en principio era la prioridad de esta campaña.  Con sacrificio lo he conseguido pero esto no queda aquí, la ambición de un jugador dice mucho de él, y próximamente espero seguir aumentando mis cualidades para ser un jugador completo en todos los aspectos: de cabeza, con la pierna mala, el regate, la visión en el campo… 


Jordi y yo a parte de compartir la pasión por el deporte, también compartimos aulas y apuntes ya que somos compañeros de clase en la universidad. Quiero darle las gracias desde aqui por haber querido aportar su granito de arena a este proyecto y por transmitir esas ganas de seguir creciendo constantemente.

Un saludo, Miquel Orenga.

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