jueves, 7 de marzo de 2013

Experiencia deportiva: El deporte puede ser maravilloso por Victor Arnau

Buenas tardes.


El martes finalmente no pude salir a correr debido al mal tiempo, otra vez la lluvia. Así que me toco una nueva sesión de acondicionamiento físico. Ayer, por fin, pude volver a la montaña y la verdad es que da gusto estar en la naturaleza con los días de lluvia que han habido, una pasada correr entre los charcos, ver riachuelos bajo tus pies...en fin, me encanta el trail running.

Hoy es un día especial para todos los amantes del deporte, en concreto para los amantes de deportes colectivos. Victor Arnau nos ofrece una increíble crónica personal sobre su deporte, el fútbol  y sobre su equipo, Almenara. Aquí os dejo con él.


Hola, esta semana vamos a dejar de lado la teoría y los consejos, y voy a ofreceros una experiencia deportiva. Os voy a relatar el partido de fútbol más intenso, épico y gratificante que he tenido la suerte de jugar. No sabría decir si esta experiencia es más bonita que la ultima que conté, cuando me convertí en capitán, creo que son diferentes, pero igual de emocionantes.

Si miramos el calendario, ese domingo jugábamos un partido de liga, contra el Xilxes, fuera de casa. Sin embargo, no era solamente un partido de liga, ese día nos jugábamos la vida. Era la primera de las 8 finales que quedaban hasta final de temporada. 8 finales y un objetivo: meternos en la promoción de ascenso a liga regional preferente. Atrás quedaban el mal inicio de temporada, las dudas y el sufrimiento. No estaba siendo una temporada fácil, solo 3 meses antes el equipo se encontraba hundido en los puestos de descenso, con la moral y la confianza por los suelos. Sin embargo, como el fénix que resurge de sus cenizas, habíamos conseguido sobreponernos a esa situación. La cura a nuestra enfermedad  futbolística se había producido gracias a altas dosis de sacrificio, esfuerzo y compañerismo.

Tras nuestro renacimiento el balance eran 7 victorias y 4 empates, lo cual nos había llevado a la parte alta de la clasificación. Ese día nos enfrentábamos a un rival directo, el cual se encontraba 4 puntos por encima de nosotros y marcaba el límite de los puestos de promoción. Una derrota acabaría con nuestras aspiraciones de forma definitiva, mientras que una victoria nos daría licencia para creer, para soñar.

En la concentración previa al partido se palpaba la tensión, se sentía el ambiente de las grandes ocasiones, de los grandes encuentros, esos que todo futbolista quiere jugar. Cuando entramos al vestuario para la charla previa nos esperaban 2 sorpresas. En la pared, había colgadas unas frases de motivación, mientras que en la Tablet del preparador físico estaba preparado el siguiente vídeo, que vimos todo el equipo junto:



Entre las frases había una fue aportada por mí, y creo que es la base de cualquier deporte colectivo:
“Os pido solidaridad, porque sé que sois muy buenos, sois la hostia... pero sin el compañero no sois nadie. El equipo estará siempre por encima de todo.” Pep Guardiola

Nunca había visto a este equipo con tantas ganas de jugar un partido como ese día. Todos los miembros, desde el portero al delantero, desde los del banquillo a los lesionados, formamos ese día una piña, una embarcación en la que todos remaban al unísono en la misma dirección.

Si tuviera que definir el partido en una palabra, esa palabra sería intenso. No fue un partido vistoso, ni divertido, pero cada balón se luchaba como si fuera el último, y en cada enfrentamiento, en cada duelo, saltaban chispas.

Al llegar al descanso el resultado era de empate a 1. Teníamos enfrente a un gran equipo, y a pesar del esfuerzo, nuestro empeño no servía para cobrar ventaja. Las sensaciones eran que el equipo no terminaba de estar cómodo sobre el terreno de juego, sin embargo no íbamos a perder la esperanza, ni íbamos a dejar de luchar.

En el segundo tiempo el partido se torció, encajamos el segundo gol y surgieron las primeras dudas. Pusimos toda la carne en el asador para intentar la remontada, nos lanzamos al ataque como jabatos buscando el gol que nos volviera a meter en el partido. Iban pasando los minutos, y a pesar de las ocasiones el gol no llegaba, cada vez quedaba menos tiempo, y nuestras fuerzas se iban agotando. El reloj corría en nuestra contra, el objetivo se volvía más difícil cada segundo, y nuestros intentos se estrellaban una y otra vez contra la defensa contraria.

Llegamos al tiempo de descuento perdiendo 2 a 1. En ese momento el equipo ya estaba desesperado y desquiciado, las fuerzas se encontraban bajo mínimos. Recuerdo que miré el reloj y di el partido por perdido, mientras me preguntaba si los 7 partidos restantes serian suficientes para recuperar la desventaja de puntos. Algún día tenía que pasar, algún día algún equipo nos iba a cortar la racha, nos iban a bajar de la nube. Algún día íbamos a ser derrotados y despertados de golpe del sueño. Algún día… Ese no era el día.

En el minuto 95 de partido, un disparo magistral de Joshua desde fuera del área permitió el empate, y desató la locura. Ese gol nos mantenía vivos, nos volvía a meter en la pelea, nos permitía seguir ilusionándonos con el bonito objetivo de la promoción. La celebración fue muy emotiva, pero nos contuvimos, porque sabíamos que debíamos defender la última jugada, aun no había terminado el partido.

El equipo contrario, herido en su orgullo, sacó de centro y se lanzó a por la victoria con más ahínco que nunca. Mandaron a casi todos sus efectivos al ataque en busca del ansiado gol, y esa fue nuestra gran oportunidad. Robamos el balón y salimos a la contra, tras 1 pase en profundidad Fran se dirigía hacia la portería contraria con el portero como única oposición. No sé si alguna vez habéis sentido que se detiene el tiempo, que comienza a ir todo a cámara lenta. A mí, el trayecto desde el medio del campo hasta la portería contraria me pareció eterno. Desde mi posición de defensa, lo único que podía hacer era cruzar los dedos para que Fran consiguiera batir al portero. La verdad es que el portero paró el balón, pero no lo cogió, sino que lo rechazó. Fue un rechace alto, directo a la cabeza de Dani, que venía en carrera, y con un cabezazo fantástico provoco el éxtasis.

Lloré. De camino a celebrar el gol, mientras iba gritando como un poseso, se me rompió la voz y se me escaparon las lagrimas. En la celebración no faltó nadie. El delegado, a pesar de ser el más mayor llegó de los primeros, la gente que se encontraba en el banquillo se marcó un sprint que recordaba al de Pep Guardiola tras el gol de Iniesta, los lesionados saltaron de la grada y cruzaron todo el campo para unirse a la celebración. Hicimos el burro, el animal, saltamos, cantamos, me hice sangre en mi maltrecha nariz, David se hizo sangre en la lengua. Todo daba igual, habíamos ganado, habíamos remontado el partido en tan solo 2 minutos, habíamos pasado de morir a estar más vivos que nunca, de despertarnos del sueño a seguir soñando.

Podría pasarme toda la mañana escribiendo, y no conseguiría definir las emociones que sentí. Habíamos cumplido la frase, ya no éramos buenos jugadores, ahora éramos un gran equipo, un equipo con un objetivo en mente, un objetivo que estoy seguro que vamos a conseguir.

Hasta aquí mi experiencia deportiva, espero que os resulte igual de gratificante y emocionante leerla, como a mí me ha resultado escribirla.
Un saludo, Víctor.


Espero que os haya gustado la nueva experiencia deportiva de Victor, la verdad es que me ha puesto los pelos de punto. Aunque ya conocía parte de la historia, es una pasada leerla de esta forma.
El sábado nos volvemos a ver y estad seguros que de llevaré mas kilómetros en las piernas.


Un saludo, Mikel. 

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