El martes finalmente no pude salir a correr debido al mal tiempo, otra vez la lluvia. Así que me toco una nueva sesión de acondicionamiento físico. Ayer, por fin, pude volver a la montaña y la verdad es que da gusto estar en la naturaleza con los días de lluvia que han habido, una pasada correr entre los charcos, ver riachuelos bajo tus pies...en fin, me encanta el trail running.
Hoy es un día especial para todos los amantes del deporte, en concreto para los amantes de deportes colectivos. Victor Arnau nos ofrece una increíble crónica personal sobre su deporte, el fútbol y sobre su equipo, Almenara. Aquí os dejo con él.
Hola, esta semana vamos a dejar de lado la teoría y los
consejos, y voy a ofreceros una experiencia deportiva. Os voy a relatar el
partido de fútbol más intenso, épico y gratificante que he tenido la suerte de
jugar. No sabría decir si esta experiencia es más bonita que la ultima que
conté, cuando me convertí en capitán, creo que son diferentes, pero igual de
emocionantes.
Si miramos el calendario, ese domingo jugábamos un
partido de liga, contra el Xilxes, fuera de casa. Sin embargo, no era solamente
un partido de liga, ese día nos jugábamos la vida. Era la primera de las 8
finales que quedaban hasta final de temporada. 8 finales y un objetivo:
meternos en la promoción de ascenso a liga regional preferente. Atrás quedaban
el mal inicio de temporada, las dudas y el sufrimiento. No estaba siendo una
temporada fácil, solo 3 meses antes el equipo se encontraba hundido en los
puestos de descenso, con la moral y la confianza por los suelos. Sin embargo,
como el fénix que resurge de sus cenizas, habíamos conseguido sobreponernos a
esa situación. La cura a nuestra enfermedad
futbolística se había producido gracias a altas dosis de sacrificio,
esfuerzo y compañerismo.
Tras nuestro renacimiento el balance eran 7 victorias y 4
empates, lo cual nos había llevado a la parte alta de la clasificación. Ese día
nos enfrentábamos a un rival directo, el cual se encontraba 4 puntos por encima
de nosotros y marcaba el límite de los puestos de promoción. Una derrota
acabaría con nuestras aspiraciones de forma definitiva, mientras que una
victoria nos daría licencia para creer, para soñar.
En la concentración previa al partido se palpaba la
tensión, se sentía el ambiente de las grandes ocasiones, de los grandes
encuentros, esos que todo futbolista quiere jugar. Cuando entramos al vestuario
para la charla previa nos esperaban 2 sorpresas. En la pared, había colgadas
unas frases de motivación, mientras que en la Tablet del preparador físico
estaba preparado el siguiente vídeo, que vimos todo el equipo junto:
Entre las frases había una fue aportada por mí, y creo
que es la base de cualquier deporte colectivo:
“Os pido solidaridad, porque sé que sois muy buenos, sois
la hostia... pero sin el compañero no sois nadie. El equipo estará siempre por
encima de todo.” Pep Guardiola
Nunca había visto a este equipo con tantas ganas de jugar
un partido como ese día. Todos los miembros, desde el portero al delantero,
desde los del banquillo a los lesionados, formamos ese día una piña, una
embarcación en la que todos remaban al unísono en la misma dirección.
Si tuviera que definir el partido en una palabra, esa
palabra sería intenso. No fue un partido vistoso, ni divertido, pero cada balón
se luchaba como si fuera el último, y en cada enfrentamiento, en cada duelo,
saltaban chispas.
Al llegar al descanso el resultado era de empate a 1.
Teníamos enfrente a un gran equipo, y a pesar del esfuerzo, nuestro empeño no
servía para cobrar ventaja. Las sensaciones eran que el equipo no terminaba de
estar cómodo sobre el terreno de juego, sin embargo no íbamos a perder la
esperanza, ni íbamos a dejar de luchar.
En el segundo tiempo el partido se torció, encajamos el
segundo gol y surgieron las primeras dudas. Pusimos toda la carne en el asador
para intentar la remontada, nos lanzamos al ataque como jabatos buscando el gol
que nos volviera a meter en el partido. Iban pasando los minutos, y a pesar de
las ocasiones el gol no llegaba, cada vez quedaba menos tiempo, y nuestras
fuerzas se iban agotando. El reloj corría en nuestra contra, el objetivo se
volvía más difícil cada segundo, y nuestros intentos se estrellaban una y otra
vez contra la defensa contraria.
Llegamos al tiempo de descuento perdiendo 2 a 1. En ese
momento el equipo ya estaba desesperado y desquiciado, las fuerzas se
encontraban bajo mínimos. Recuerdo que miré el reloj y di el partido por
perdido, mientras me preguntaba si los 7 partidos restantes serian suficientes
para recuperar la desventaja de puntos. Algún día tenía que pasar, algún día
algún equipo nos iba a cortar la racha, nos iban a bajar de la nube. Algún día
íbamos a ser derrotados y despertados de golpe del sueño. Algún día… Ese no era
el día.
En el minuto 95 de partido, un disparo magistral de
Joshua desde fuera del área permitió el empate, y desató la locura. Ese gol nos
mantenía vivos, nos volvía a meter en la pelea, nos permitía seguir
ilusionándonos con el bonito objetivo de la promoción. La celebración fue muy
emotiva, pero nos contuvimos, porque sabíamos que debíamos defender la última
jugada, aun no había terminado el partido.
El equipo contrario, herido en su orgullo, sacó de centro
y se lanzó a por la victoria con más ahínco que nunca. Mandaron a casi todos
sus efectivos al ataque en busca del ansiado gol, y esa fue nuestra gran
oportunidad. Robamos el balón y salimos a la contra, tras 1 pase en profundidad
Fran se dirigía hacia la portería contraria con el portero como única
oposición. No sé si alguna vez habéis sentido que se detiene el tiempo, que
comienza a ir todo a cámara lenta. A mí, el trayecto desde el medio del campo
hasta la portería contraria me pareció eterno. Desde mi posición de defensa, lo
único que podía hacer era cruzar los dedos para que Fran consiguiera batir al
portero. La verdad es que el portero paró el balón, pero no lo cogió, sino que
lo rechazó. Fue un rechace alto, directo a la cabeza de Dani, que venía en
carrera, y con un cabezazo fantástico provoco el éxtasis.
Lloré. De camino a celebrar el gol, mientras iba gritando
como un poseso, se me rompió la voz y se me escaparon las lagrimas. En la
celebración no faltó nadie. El delegado, a pesar de ser el más mayor llegó de
los primeros, la gente que se encontraba en el banquillo se marcó un sprint que
recordaba al de Pep Guardiola tras el gol de Iniesta, los lesionados saltaron
de la grada y cruzaron todo el campo para unirse a la celebración. Hicimos el
burro, el animal, saltamos, cantamos, me hice sangre en mi maltrecha nariz,
David se hizo sangre en la lengua. Todo daba igual, habíamos ganado, habíamos
remontado el partido en tan solo 2 minutos, habíamos pasado de morir a estar
más vivos que nunca, de despertarnos del sueño a seguir soñando.
Podría pasarme toda la mañana escribiendo, y no
conseguiría definir las emociones que sentí. Habíamos cumplido la frase, ya no
éramos buenos jugadores, ahora éramos un gran equipo, un equipo con un objetivo
en mente, un objetivo que estoy seguro que vamos a conseguir.
Hasta aquí mi experiencia deportiva, espero que os
resulte igual de gratificante y emocionante leerla, como a mí me ha resultado
escribirla.
Un saludo, Víctor.
Espero que os haya gustado la nueva experiencia deportiva de Victor, la verdad es que me ha puesto los pelos de punto. Aunque ya conocía parte de la historia, es una pasada leerla de esta forma.
El sábado nos volvemos a ver y estad seguros que de llevaré mas kilómetros en las piernas.
Un saludo, Mikel.
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