Nos alejamos de la gente que nos cansa, nos olvidamos de
personas que han aparecido en nuestra vida y que no han producido ningún cambio
en ella (ni positivo ni negativo), decidimos obviar a la gente que por
costumbres, ideas o formas de ser dejan demasiado evidentes las diferencias con
nosotros y, por supuesto, no queremos ni oír hablar de las personas que tratan
de hacernos daño. Hoy hablaré de esa gente respetable, claro esta, pero gente
tóxica.
¿Cómo decir de forma educada lo que pienso sin que nadie
se sienta menospreciado? Supongo que al fin y al cabo, no puedo gustar a todos
(ni quiero)…así que me expresaré como he hecho siempre.
Respeto a todo el mundo, pero tengo la costumbre de
rodearme de la gente que me aporta positividad. Detesto demasiado el pesimismo
y la gente que se queja constantemente de su situación me pone un poco de los
nervios. No entiendo que exista una mentalidad tan negativa que no permita ver
a las personas las oportunidades que tienen enfrente de ellas, esa actitud ya
es una falta de respeto a la oportunidad, un error que todos podemos cometer
alguna vez pero no de forma reiterada. Entiendo totalmente que en ciertos
momentos podamos expresar nuestro pesimismo, pero de ahí a que el pesimismo y
la negatividad sea nuestra forma de ver la vida, me parece demasiado triste.
Hay pesimistas para todo: para trabajar, para estudiar,
para hacer deporte…joder, si tanto te disgusta hacer lo que estas haciendo haz
todo lo posible por cambiar esa situación, no cojas esa espiral de negatividad
y ni mucho menos la transmitas, al menos a mi.
Por otro lado también tengo la costumbre de no acercarme
a la gente que pierde su personalidad, a la gente que dice una cosa y hace
otra. Me gusta demasiado la gente transparente, aquella que se expresa con
naturalidad ante cualquier situación y dice lo que piensa. Me cuesta mucho
quedarme callado o no expresar desagrado ante gente egocéntrica; si solo sabes
hablar de ti y no sabes escuchar deberás de empezar a plantearte porque te
dejan plantado tantas veces.
Y por último me cuesta mucho escuchar a los “pobre de
mi”; sí, a los que ponen excusas para todo. “Es que no nos han dejado tiempo
para estudiar”, “es que no me va a dar tiempo”, “es que es demasiado duro”, “es
que para lo que vamos a ganar”. Mira, la falta de tiempo no es una realidad
sino una comodidad, alguien dijo que no existe falta de tiempo sino falta de
interés. Si de veras te interesa algo, si te apasiona encontrarás el tiempo
necesario; sin embargo, si en el fondo estas a disgusto empezarás a poner
excusas y finalmente dejándolo. Después, si es demasiado duro, esfuérzate.
Dedica el tiempo que pierdes en quejarte en entrenar, estudiar,
trabajar…formarte.
Lucha por tus sueños poniendo empeño y dedicación, y si
las cosas no salen bien a la primera, vuélvelo a intentar.
Un saludo, Miquel Orenga.
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