detiene…no se para nunca. Mientras dormimos, mientras trabajamos, mientras nos quejamos o disfrutamos el reloj sigue adelante, sin remordimientos, sin pudor, sin esperanza. No podemos controlar el tiempo, no podemos detenerlo…es tan real como triste. De nosotros solo depende como queremos explotar ese tiempo, como queremos aprovechar cada segundo, como queremos vivir.
La muerte esta ahí, a la vuelta de la esquina. Es duro,
sí, pero es cierto. Nadie ni nada te puede asegurar que mañana vas a seguir con
vida, y da igual si rezas antes de dormir. Es un momento y ¡puff! todo
desaparece. Desaparece la persona, sus sueños y ambiciones, sus planificaciones
para el futuro, su vida. Y además es que al mundo le da igual, se la suda
completamente porque la muerte es algo habitual, diario y siempre inoportuno.
No podemos decidir como queremos morir o cuando, pero si
que tenemos la capacidad de poder explotar la vida, de exprimirla, de valorarla
por lo que es y por lo que nos da a cambio. Nos vamos a morir igual, da lo
mismo si eres pobre o rico, alto o bajo, si te cuidas o si no. Todos tenemos el
mismo destino pero si algo tengo claro es que quiero morirme diciendo: “Me cago
en la leche, ¡que bien me lo he pasado!”.
Y es lo que importa, porque al fin y al cabo son los
recuerdos más emocionantes aquellos que vale la pena recordar, de los enfados y
de las quejas nos olvidamos. Nos pasamos parte de nuestra vida “pasando página”,
empezando de 0 y es un error de concepto de casi todo el mundo. No se puede
volver a 0, el contador de la vida no te da esa opción.
Así que si sientes que te has equivocado en la manera que
has enfocado tu vida, piensas que no deberías estar haciendo esa carrera
universitaria o que no deberías ir de la mano de esa chica…no esperes más. La
vida esta para disfrutarla al máximo y no para pensar: “yo algún día quiero…”.
Ese día es hoy porque es lo único que tienes seguro, mañana puede que sea ya
muy tarde.
Sé que no es fácil, sé que muchas veces vemos los cambios
como si estuviéramos ante un precipicio pero, ¿y lo bonito que es caer? Porque
al caer nos dejamos llevar, liberamos esa locura que llevamos dentro y solo si
somos lo suficientemente valientes para dejarnos caer puede que tengamos la
opción de empezar a volar.
Es de humanos equivocarse, pero es inhumano no
arriesgarse. Vuela mientras el tiempo te lo permita y muérete sonriendo
pensando en que te lo has pasado de puta madre, que has cumplido todos tus
sueños y que te has dejado las fuerzas en aquello que te apasionaba.
No hay más. No dejes que en tu vida haya páginas en
blanco, es más bien todo lo contrario. Creo que es más gratificante si coges
cada etapa de tu vida (o cada página del libro) y la rellenas al máximo,
escribiendo incluso hasta en los márgenes, sin dejar escapar un segundo, sin
desperdiciar esa opción que te da la vida de convertirla en una aventura sin
limites.
Un saludo, Miquel Orenga.
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