Buenas tardes.
Suena el despertador,
son las 4:30 de la madrugada y apenas he dormido 5 horas. Me despierto pensando
que ¡Ha llegado el día! Pero realmente mi cuerpo y mi mente ya saben desde hace
semanas que hay una cuenta atrás para llegar a este momento.
Sí, es cierto, ahora
me doy cuenta de que todo ha empezado mucho antes de lo que pensaba. Me percato
de que una carrera así no es cosa de un día, sino de muchas semanas de
entrenamiento. Nerviosismo, tensión, ganas, cierto miedo, anhelo… muchas
emociones juntas.
Después de esta
reflexión es hora de levantarse, de despejar mis ojos con el agua, y de
mirarme al espejo
sabiendo todo lo que me espera. Pienso: el mundo está ahí fuera y me muero por
vivirlo corriendo.
La ropa, las
deportivas, el dorsal, la comida, todo ha sido preparado la noche anterior y su
momento de entrar en acción está a punto de llegar.
Me siento y empiezo a
desayunar, esta vez solo, sin ruidos y sin una tele de fondo. Esta vez estamos
mis pensamientos y yo. ¿Qué pasará? ¿Lo lograré? ¿Soportarán mis piernas y
sobre todo mi rodilla salir corriendo por la montaña?
Lo reconozco, en
soledad tengo dudas pero ante la gente me hago más fuerte.
Son las 05:00 y salimos
hacia el punto de salida. Paulo se retrasa y llegamos pasadas las 05:20 hacia Alfondeguilla.
Es momento de calentar
y liberar algo del nerviosismo acumulado. Veo a gente conocida, me relaciono y
mientras mi boca habla, mi cabeza esta en otro sitio.
Son las 05:50 y
estamos a punto de oír la bocina que marca el inicio de nuestro futuro más
cercano, últimas palabras con mi primo Fede y ¡Bozinazo!
Se empieza a correr
por asfalto, los ocho primeros quilómetros, el mismo asfalto que no volveremos
a pisar hasta 30 km después.
Ya estoy solo, a pesar
de estar rodeado de gente, no me importan.
Llego al quilómetro 15
con buenas sensaciones. He comido y bebido en cada avituallamiento y llevo 2
horas y 30 minutos, justo lo que mi primo me dijo que tenía que hacer.
Empieza la primera y
para mí la última bajada. Ya en los primeros metros mi rodilla se resiente y no
me deja andar. La gente me pasa, el tiempo me pasa, todo se me pasa menos el
dolor. Y en el quilómetro 21 termina mi carrera.
Esta vez quería
recordar lo vivido en aquella “Volta al terme de alfondeguilla” de 2012. Con
tanto tiempo para pensar aquí en la Almunia, me he dado cuenta de que todo
empieza mucho antes de lo que pensamos y eso también hace especial a ese día
marcado en nuestro calendario.
Esto es todo por hoy.
Mañana Victor Arnau con una nueva colaboración para todos vosotros.
Un saludo, Mikel.
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